Traigo al blog un extracto de la entrevista que hacen a Rafael Cámara, presidente del Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España y director del grupo empresarial Deloitte, en el Diario de León (fuente Google):
(...) Los auditores han dejado de ser unos inspectores de cuentas de traje oscuro que generaban nerviosismo, para convertirse en observadores y cómplices del buen hacer económico. La mejor demostración del alza de la actividad es la incorporación de la mujer a la profesión, hoy en la clausura [de un Master en Auditoría de Cuentas] el 47 por ciento eran mujeres y en el año 98 solo un 7 por ciento de mujeres pertenecían a esta gris profesión.
(...)
—Pero, ¿cómo se ha conseguido realmente el cambio de imagen de un auditor?
—En primer lugar, el mercado de capitales necesita confianza, este es sin duda el ratio al que más sensible es el mercado y por tanto los empresarios han comenzado a vernos como los colaboradores en los que han de apoyarse para conseguir la confianza. En España, ahora, quién no está auditado se siente más incómodo. Una empresa auditada tiene un valor añadido y en segundo lugar también ayudó al cambio de nuestra imagen la Ley de Auditoría de Cuentas.
—Pero hacer una auditoría, además de nervios, suele tener un importante coste
—Desde luego España no puede presumir de honorarios caros, además lo que resulta especialmente caro es no revisarse. En términos empresariales si no estás revisado, al final lo que se resiente es la confianza y este no tiene coste.
(...)
—¿Cómo es ahora el color del traje de los auditores?
—(Se ríe). Pues el mío concretamente azul; los auditores no somos ya aquellos hombres grises, aún no usamos tonos atrevidos como otras profesiones, pero es cierto que si alguien de nuestro gremio debe utilizar colores de artista son los contables ya que ellos son los verdaderos actores de esta profesión. [Fin]
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—Pero, ¿cómo se ha conseguido realmente el cambio de imagen de un auditor?
—En primer lugar, el mercado de capitales necesita confianza, este es sin duda el ratio al que más sensible es el mercado y por tanto los empresarios han comenzado a vernos como los colaboradores en los que han de apoyarse para conseguir la confianza. En España, ahora, quién no está auditado se siente más incómodo. Una empresa auditada tiene un valor añadido y en segundo lugar también ayudó al cambio de nuestra imagen la Ley de Auditoría de Cuentas.
—Pero hacer una auditoría, además de nervios, suele tener un importante coste
—Desde luego España no puede presumir de honorarios caros, además lo que resulta especialmente caro es no revisarse. En términos empresariales si no estás revisado, al final lo que se resiente es la confianza y este no tiene coste.
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—¿Cómo es ahora el color del traje de los auditores?
—(Se ríe). Pues el mío concretamente azul; los auditores no somos ya aquellos hombres grises, aún no usamos tonos atrevidos como otras profesiones, pero es cierto que si alguien de nuestro gremio debe utilizar colores de artista son los contables ya que ellos son los verdaderos actores de esta profesión. [Fin]
Efectivamente los auditores ya no son personas grises que acuden a las empresas para intentar pillar gazapos sino que suelen aportar un valor añadido, sobre todo a las empresa pequeñas. ¿Pero cómo puede ayudar una auditoría a la Pyme? Mediante un instrumentos que suele pasar desapercibido o no se le da la importancia debida: La comunicación, por parte de los auditores, de las debilidades significativas de control interno.
El auditor, cuando realiza una auditoría de las cuentas anuales de una entidad,
tiene la obligación de comunicar exclusivamente a la Dirección, al Comité de Auditoría en su caso, o cuando el auditor lo considere conveniente a los Administradores de la misma, las debilidades significativas identificadas en el sistema de control interno durante el curso de su trabajo. También podrá, optativamente, comunicar sugerencias constructivas para mejorar dicho control, si bien la responsabilidad de su implantación será de la entidad.
La auditoría aporta a la pequeña empresa familiar, asimismo, un valor añadido que debería evitar suspicacias entre miembros de la familia puesto que un experto independiente está certificando que las Cuentas Anuales expresan la imagen fiel del patrimonio y de la situación financiera de la empresa.
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