
El artículo en cuestión apareció en la revista “Economis & Jurist” (a la que no estoy descubriendo para ningún profesional del derecho) relacionado con la “imagen” que debe mostrar un perito en juicio:
“Estrategias de oratoria aplicables a la prueba pericial” del Profesor de Oratoria y negociación del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid.
(el articulo no está en “abierto” pero estoy seguro de que si se lo pides a la editorial es posible que te lo envíen gustosamente)
De entrada, extraigo el primer comentario brillante...
“...de poco le sirve al Abogado – señala el artículo de Julio García- hacer una exposición brillante si el perito que ha aportado para lograr el convencimiento del Juez carece de todo prestigio, su titulación no es la idónea para defender los hechos planteados en su estrategia procesal o, aún teniendo prestigio o titulación, no tiene la capacidad de convicción y su informe carece de una credibilidad mayor que la del resto de los informes periciales aportados por las partes contrarias”
¿Demoledor verdad?
El autor considera que “dejar en manos de un profesional que no está acostumbrado a la tensión de la Sala la defensa de su informe puede considerarse una imprudencia” y se pregunta:
- ¿por qué el Juez tiene que creer a nuestro perito y no a los de la parte contraria?
- ¿Por qué ante dos peritos con igual titulación y prestigio similar que defienden hechos y causas totalmente contradictorias, el juez va a creer al que nosotros propongamos?
Por todo ello es importante que un perito cause – eso que tanto gusta a los asesores de imagen – una mejor “primera impresión” que el resto, para influir subliminalmente en el criterio del tribunal. No se trata de “aparentar” sino de mostrarse como lo que uno es... es decir “soy un experto y vengo a demostrarlo” y esa primera impresión – dice García Ramírez – será buena o mala... pero nunca neutra por lo una buena exposición – léase defensa – del informe será crucial y una vestimenta adecuada, los movimientos seguros y una actitud relajada harán el resto.
Manejar un lenguaje claro y conciso – y sin ánimo de ofender – que sea del tipo “explicaciones que un niño o una madre puedan entender”. El artículo recomienda a los letrados que deban utilizar peritos en sus argumentaciones que los sometan a un “ejercicio previo de comprensión”:
“...deberemos llamar a cualquier compañero del despacho que sepa lo menos posible del tema objeto de la pericia. A continuación, le diremos al perito que exponga sus conclusiones de la forma más clara posible.”
“Si lo entiende, habremos conseguido sustancialmente nuestro objetivo, pero si no entiende todo o parte de sus conclusiones, deberá el perito buscar otra forma más clara de exponerlas, utilizando un lenguaje menos técnico, más comprensible y, sobre todo, a través de ejemplos para, de dicho modo, facilitar la comprensión de los aspectos más técnicos
y determinantes de su informe.”
No todos los letrados con los que un perito trabaja tienen un compañero de despacho con el que hacer el “pre-estreno” por lo que el perito aún en ese caso debería consensuar con dicho letrado la búsqueda de un tercero con el que poner en práctica el consejo anterior. No cabe duda de que para muchos asuntos – aparentemente simples – no va a ser necesaria la puesta en escena ante un letrado no contaminado aunque si el tema es especialmente importante, y siempre bajo la dirección del letrado del asunto, puede ser interesante si la cuantía o la complejidad lo requieren.
También es imprescindible llevar el asunto lo suficientemente preparado como para transmitir una mayor credibilidad sobre todo lo expuesto en el informe, es decir:
- “mi opinión se basa en los estudios de uno de los mejores técnicos de la materia que es...”
- “mi trabajo es un resumen de los mejores manuales que versan sobre el asunto, entre los que destacan...”
El perito no debe dejar dudas sobre su argumentación: “No lo digo yo, se trata de un “interés de mercado” porque es el Euribor...” (yo creo que el Euribor es “mi” indicador de un tipo de interés de mercado y que en este caso es de aplicación a mi informe). Luego ya realizarán las matizaciones y apreciaciones los letrados, así como que el tribunal estimará la pericia en su conjunto, pero no cabe duda de que el Euribor “es” un tipo de interés de mercado.
Mis informes están llenos de referencias a las fuentes y a anotaciones a pié de página, como si de un trabajo de investigación se tratara ¿acaso no lo es?. Las cosas no son así porque las dice un perito, que – por lo general – será totalmente desconocido para el Juez, sino porque lo dice fulano o mengano que son de esta o aquella institución u organismo, han escrito todos estos libros o se ha utilizado en tal sentencia aunque, en relación con esto último, no conviene abusar porque ni eres abogado, ni fiscal, ni juez.
Por último, pero no menos importante, es el manejarse bien en el cuerpo a cuerpo ante eventuales ataques de los otros peritos o los abogados contrarios (los peritos no debemos olvidar que – siempre – jugamos en campo contrario cuando estamos frente a un abogado, por lo que no conviene bajar nunca la guardia). Un perito – bueno “nadie” – debe mentir en un juicio y si partimos de esa base el experto no debe temer los ataques a su informe que forma, no lo olvidemos, del juego de la confrontación, o contradicción si se prefiere.
A muchos les gusta pensar, con carácter previo a cualquier actuación pericial, que en ese momento son los que más saben sobre ese asunto en la Sala y que sólo se sabrá que es un asunto dudoso... si son ellos mismos los que dudan.
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